El acierto al escribir esta novela lo tuvo Louisa May Alcott en el año 1886, cuando con la ayuda de su pluma fue capaz de crear este magnífico y brillante clásico que continúa cautivando lectores hasta el día de hoy.
Es, a simple vista una novela sencilla y realista que narra las vivencias de las cuatro hermanas March, tan diferentes entre sí como las cuatro estaciones del año. Pero lo cierto es que en verdad es mucho más que eso, ya que esa aparente simpleza esconde un rico y variado contenido valórico. Porque Mujercitas, en sí, es una novela de amor, pero no tanto del amor de pareja, sindo del amro que solo una familia es capaz de entregar.
De ese amor que nos hace comprender que las palabras "hermana" y "amigo" significan mucho más que una simple relación, e incluso se pueden fundir; pues una hermana a su vez puede transformarse en una amiga, como es el caso de Jo y Meg; y un amigo pude a su vez convertirse en un hermano, como es el caso de Laurie.
Y aquello me da paso para hablar de de una de las mayores virtudes de esta novela, una de las cosas que la vuelven inolvidable: los personajes. Ya que si hay ciertas novelas que nos soprenden con historias de amor, con aventuras sobrenaturales, o mundos fantásticos, Mujercitas nos maravilla con personajes que ríen, se enfadan, sufren, viven y crecen con absoluta naturalidad y humanidad; pórque sus sentimientos resultan sumamente verídicos y a través de ellos la autora manipula a los lectores a su gusto, y con la brillante construcción de personajes, es imposible pasarlos por alto.
Las cuatro hermanas March tienen personalidades sumamente diferentes y a pesar de ello son sumamente unidas. Cabe destacar que a comienzos del libro, Alcott hace una detallada descripción física de Meg, Jo, Beth y Amy, y luego sabiamente agrega: "...y en cuanto a la personalidad de las hermanas, dejaremos que el lector lo vaya descubriendo a medida que transcurre la historia." Y aquello no es escrito en vano, puesto que siempre es preferible conocer a un personaje por medio de sus gestos y actitudes, en vez de conocerlos mediante un párrafo de descripción. Porque así es como ocurre en la vida real: vamos conociendo a las personas a medida que transcurre el tiempo.
En un principio ignoramos todo acerca de las hermanas, pero gracias a la buena construcción de personajes, finalmente sentimos como si las conociéramos de toda la vida. Ya conocemos sus defectos, sus virtudes, sus formas de pensar y de ver el mundo. Y también sabemos perfectamente cómo reaccionarán ante ciertas situaciones.
No olvidaremos a Meg, la mayor; tan señorita, respetuosa y sensata, y con ese instinto maternal que la hace proteger siempre a sus hermanas. Ni mucho menos a la inolvidable Jo, tan amante de su independencia, de sus ideales y tan segura de sí misma como para ser capaz de romper con los esquemas de la sociedad. Y con sus sueños, su pasión infatigable por la literatura; y quizás una de las mayores virtudes de su personaje: Ese corazón gigantesco que tiene guardado en su interior. Y esta la tercera hermana, la dulce y extraordinaria Beth, un ángel caído del cielo. Tan buena, dulce generosa y sumamente sencilla y cercana. Siempre disponible para los demás, a pesar de su timidez y cuya máxima afición es la música. Una muchacha muy madura, que con sus infantiles ojos, antes que todas las demás hermanas, fue capaz de descubrir la grandeza de lo insignificante.
Y Amy, la más pequeña de la familia, la muchacha grácil, elegante que irradia una luz propia, que sabe lucirse siempre y comportarse como una dama, opacando incluso a las remilgadas jovencitas aristócratas.
Un detalle sumamente importante, pues Mujercitas está llena de detalles que resaltan su encanto, es la relación que cada una de las hermanas mayores mantiene con una de las menores. Meg toma bajo su protección a Amy y la consuela, la comprende, siempre la ayuda y cumple también su rol de hermana mayor cuando le hace ver lo que ha hecho mal, como cuando quema el manuscrito de Jo.
Pero sin duda, el hermoso lazo de hermandad que une a Jo y a Beth es el que más conmueve. Dos hermanas tan diferentes como el día y la noche; una muy independiente, intrépida y soñadora. La otra dulce, buena del alma y sencilla. Beth es la conciencia de Jo, y ésta su fiel alma, ya que se complementan tan bien y lo más importante: aprender y enseñan mutuamente. Gracias a Beth, Jo comprendió que lo esencial, como el amor y la felicidad, es invisible a sus ojos, y Jo le enseñó s su vez a abrir sus mente, cultivar sus talentos y aprovechar la vida al máximo.
Los personajes fuera de las hermanas March son igualmente notables. Un ejemplo claro es Laurie, el casi desconocido vecino que pasa a ser un amgio y finalmente un hermano para todas las chicas, en especial para Jo, con quien descubre la verdadera magia de la amistad, con un vínculo que duraría la vida eterna.
Louisa May Alcott es sumamente astuta al seguirle la contraria a los lectores, al descartar la unión de Jo y Laurie. Se atreve a separarlos al ser demasiado similares como para llegar a casarse; y aunque en un principio, uno como lector se desilusiona, después, cuando Jo conoce a su profesor Bhaer y deja caer ese velo espinoso, para dejar que aflore su lado dulce y sensible. Y Laurie, que descubre el verdadero encanto de Amy, que lo logra llevar por el buen camino y logra hacerle cambiar sus malas costumbres. La decisión de la autora, fue entonces la mejor, ya que Jo y Laurie siempre se amarán como dos hermanos.
El argumento de la novela es sumamente bueno porque nos narra cómo las hermanas pasan de ser niñas a mujeres, y realmente quedamos con la sensación de haber conocido profundamente a Meg, Jo, Beth y Amy, porque con su maestría la autora nos hace ver los cambios psicológicos que se van operando en ellas, narrando su madurez extraordinariamente. Porque a pesar de que, en "Mujercitas" comenzamos a conocerlas desde su niñez, hasta cuando casi llegan a los 50, nos percatamos de que sus esencias siguen intactas y que los años no las han borrado.
Meg jamás pierde su aire maternal y su instinto de cobijar a todo aquel que busque protección en ella. Ni Jo pierde su pasión literaria, su ánimo de vivir la vida con optimismo, transmitiéndoles a todos sus muchachos de Plumfield que deben luchar por sus sueños, sin perder jamás la esperanza, como ella misma lo hizo. Y el talento, la espontaneidad, y ese aire que inspira confianza y cariño tampoco abandonan a Amy.
Y a pesar de que, naturalmente, la madurez erosiona sus personalidades, las hermanas mantienen eso que nos hizo quererlas admirarlas a lo largo de toda la saga de la familia March; y nos demuestran a través de las páginas cómo aprendieron a trabajar, amar y cumplir sus sueños, ya casadas y con una familia formada por ellas y sus esposos.
En conclusión, la obra maestra de Lousia May Alcott, que para mi gusto no es nada comparada con otras novelas que he leído de la misma autora como "Ocho primos" o "Bajo las lilas", cuyos personajes son planos y simples.
Con una novelas escrita con un lenguaje cristalino, puro, sensible, a veces irónico y que va dirigido muy efectivamente al alma. Una obra que nos demuestra que no necesariamente se necesitan hechos sobrenaturales ni crímenes para crear una novela tan entrañable y que traspasa generaciones; Sino, como en el caso de Mujercitas: unos cuantos personajes extraordinariamente con los caracteres bien pintados, un argumento que apela a los sentimientos y una sensibilidad especial. Además de dejar que las protagonistas nos hablen y se vayan descubriendo, sumado al vínculo inquebrantable que solo las hermanas más conocidas de la literatura universal como Meg, Jo, Beth y Amy son capaces de tener.
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