Zar Nicolas II. |
En 1894 contrajo matrimonio con Alix de Hesse, princesa alemana que adoptó el nombre de Alejandra Fiodorovna al convertirse a la religión ortodoxa rusa. Su padre falleció ese mismo año. En la ceremonia de coronación celebrada en 1894 en Moscú, se prepararon regalos para ser repartidos entre los asistentes. Sin embargo, entre las filas de invitados que esperaban para recoger el presente comenzó a correr el rumor de que no habría bastantes para todos. Ello produjo una incontenible avalancha hacia las mesas dispuestas con los obsequios. La estampida causó cientos de muertos, pisoteados y asfixiados por la muchedumbre.
Intentó preservar el poder absoluto de la monarquía rusa, negándose a otorgar concesiones a los que reclamaban mayor liberalización política. Sin dotes para dirigir el Estado confiaba en los consejos de su esposa, cuyas creencias místicas ejercían una clara influencia sobre él.
La expansión rusa en el Extremo Oriente alentada por el propio zar concluyó en la catástrofe de la Guerra Ruso-japonesa (1904-1905), que provocó el estallido de la Revolución de 1905. Pese a que esta rebelión le obligó a aceptar la existencia de una asamblea representativa, la Duma, que limitaría la autocracia monárquica, Nicolás II siguió pensando que tan sólo era responsable ante Dios de su gestión como monarca, por lo que evitó la conversión de Rusia en una auténtica monarquía constitucional.
A pesar de las buenas relaciones que mantenía con su primo Guillermo II de Alemania, sus respectivos estados se enfrentaron cuando estalló en 1914 la I Guerra Mundial. Las derrotas militares y los sufrimientos que este conflicto provocó en el pueblo ruso aumentó la mala imagen del zar, máxime cuando había asumido personalmente el mando del Ejército en 1915, por lo que fue obligado a abdicar en marzo de 1917.
Los bolcheviques le mantuvieron prisionero hasta que junto a su mujer y sus cinco hijos, fueron conducidos en compañía de su séquito al sótano de la casa de campo del comerciante Nikolái Ipatiev; fueron alineados y fusilados por 11 soldados el 17 de julio de 1918. No todos murieron en el acto y varias de las hijas del zar fueron rematadas a golpes de culata y bayoneta, porque las balas chocaron contra las joyas que escondían cosidas bajo sus vestidos.
Los cuerpos fueron enterrados en dos ocasiones en lugares distintos, para no dejar rastro, después de que los soldados los rociaran con ácido sulfúrico. Los restos atribuidos al zar, su esposa y tres de los hijos fueron hallados en 1979 y, tras ser identificados, sepultados en San Petersburgo en 1998. Los restos de otros dos de los hijos hallados en 2007 a 70 metros de donde reposaron los primeros, fueron certificados como los del Zarevich Alexei y la gran duquesa María.
El concilio arzobispal decidió en el año 2000 canonizar al zar Nicolás II y su familia como mártires del comunismo. En 2008 el Tribunal Supremo ruso dictaminó que el último de la dinastía Romanov fue asesinado de forma ilegal por los revolucionarios bolcheviques.
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